Habitáme, imberbe soledad, quema un orzuelo con tu oro.
Seducíme, vasto páramo, desgarra mis secuelas y volcálas en tu inmensidad.
Sacudime, vientre abismal, adentráme al vacío de tu sien.
Hoy al fin, en tu nada comprendí…
Estoy listo, una vez más… para la crueldad.
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